domingo, 1 de junio de 2008

Sinuhé el egipcio.



Pero yo decía a la gente:
-Es posible que la injusticia haya ganado al derecho en estos días en que muchos inocentes han pagado por los culpables, pero, a pesar de todo, Amón es el dios de las tinieblas y del miedo y domina a los hombres a causa de su ignorancia. Atón es el único dios, porque vive en cada uno de nosotros y fuera de nosotros y no hay otros dioses. Luchad, pues, por Atón, esclavos y pobres, y si Amón se lleva la victoria conoceréis la servidumbre y la muerte. Luchad por el faraón Akhenatón, porque no existe en el mundo un hombre como él y el dios habla por su boca, y no ha habido nunca, ni nunca volverá a presentarse, una ocasión como ésta de renovar el universo.
Pero los esclavos y los faquines se reían ruidosamente y decían:
-Cesa ya de decir tonterías sobre Atón, Sinuhé, porque todos los dioses se valen y todos los faraones son iguales. Pero eres un buen hombre, aunque un poco cándido, y has vendado nuestras manos aplastadas y sanado nuestras llagas sin pedirnos nada. Arroja, pues, a lo lejos esta maza que ya no tienes fuerza para manejar, porque no estás hecho para pelear, y los "cuernos" te matarán si te ven con esta maza. En cuanto a nosotros, poca importancia tiene que muramos; porque hemos mojado nuestras manos en la sangre y vivido bellas jornadas durmiendo bajo los baldaquinos y bebiendo en copas de oro. Nuestra hora ha terminado y vamos a morir con las armas en la mano, porque después de haber saboreado la libertad no queremos volver a caer en la esclavitud.

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