lunes, 1 de septiembre de 2008

Isabel, la edad dorada

Vi la peli hace poco, y tengo que decir que me gustó mucho.
Los españoles aparecemos como los malísimos fanáticos de aquella época, que tal vez lo éramos, pero en esta ocasión, al margen de encasquetarnos a un rey Felipe II con un andar muy raro y una voz más extraña aún, unos embajadores de muy malas pintas y lenguas muy largas, nos presentan como un país temible para toda Europa, con un monarca habitante de un monasterio del Escorial enorme, poblado de cruzifijos, pero que es capaz de ordenar talar bosques enteros para construir su flota, o cuya habilidad en la intriga (¡oh sorpresa!) supera a la británica y les mete un gol por la escuadra con la estuardo.
España era lo que era, y harto de peliculas que, dirigidas por individuos que sitúan nuestro país entre méjico y guatemala, esta resulta muy digna de ver (aunque nos siguen hundiendo los barcos, claro está, pero tampoco atribuyen esto a la flota británica directamente, sino a un cúmulo de casualidades contrarias a los intereses de felipe,....(y esto ya,,, me emocionó...)) es realista y fiel a la historia, aunque se exageran algunas situaciones y aspectos para crear la imagen de antagonista de felipe, pero en resumen, es MUY recomendable.



Entre los diálogos que recuerdo (que los guionistas perdonen mi trasncripción memorística) dos situaciones me gustaron especialmente:
  • Isabel ante el embajador de España:

-Dígale a Felipe que no le temo, ni a él, ni a sus sacerdotes, ni a su ejército. Si nos muestra el puño, nosotros también podemos golpearle...

-Ve caer una hoja -contesta él friamente- y ya cree saber de donde sopla el viento. Y soplarán vientos, que arrasarán a su soberbia, majestad. (saludan, y comienzan a marcharse).

- ¡Yo también gobierno el viento, señor! ¡Y el huracán que hay dentro de mí arrasará España si se atreven a desafiarme!

  • Isabel habla a su consejo ante la inminencia de la llegada de la Armada. (La situación para ella parece perdida).

-...esos buques traen a la inquisición en sus entrañas. Si logran su objetivo no habrá más libertades, ni de conciencia, ni de pensamiento. Tenemos que triunfar.

Frase bastante ampulosa pero cargada de significado, aunque omita que Isabel tampoco fue gran amante de la libertad, particularmente hablado de aquellos que elegían ser libres católicamente, pero que da que pensar en cuanto a que en realidad quizá fue bueno que naufragara la flota, pues la división de poderes, enfrentados unos a otros, garantiza la seguridad de los que estamos abajo, y en aquellas circunstancias felipe ya acumulaba demasiado.

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